Zhenxiang Zhao & Partners

Statement

Mi práctica artística se mueve en la intersección entre el cuerpo, la tecnología y lo relacional. Me interesa explorar la relación entre las cosas. Trabajo desde la hibridación disciplinar, el uso crítico de nuevas tecnologías, el compromiso social, la participación directa de comunidades, y la exploración de afecto relacional.

Entiendo el arte como un territorio híbrido donde se intercambia saberes ténicos y afectivos, lo ancestral y lo emergente, lo individual y lo colectivo, lo occidental y lo oriental. Trabajo en la hibridación de los lenguajes y medios artísticos, principalmente, instalación, fotografía, performance, artesanía contemporánea y arte relacional. Desarrollo piezas que invitan al encuentro: entre cuerpos, entre especies y entre formas de percibir y moverse.     

En mis últimos trabajos investigo cómo lo artificial puede volverse sensible, y cómo los materiales orgánicas enseñan la sabiduría artesanal. Asimismo, cómo los gestos humanos pequeños, cotidianos, y diversos pueden crear un ecosistema de co-habitar el mundo de forma más poética y armoniosa. 



Hombre de mimbre

2025, Cañada de Hoyo(Cuenca),  Museo la Neomudejar (Madrid)

Festival de Performance IBERICA 2025

Comisariado por Hector Canonge

El Hombre de Mimbre es una performance que entrelaza cuerpo, paisaje y materia en un gesto ritual contemporáneo. Inspirada en los campos de mimbre de Cuenca y en la icónica película The Wicker Man (1973), la obra activa una genealogía simbólica donde la fibra vegetal se convierte en canal de memoria y resistencia. El título remite al imaginario del sacrificio colectivo y la comunión con la naturaleza, pero aquí se reinterpreta desde una urgencia actual: la degradación del cultivo del mimbre y la desaparición progresiva de quienes lo trabajan. 

En este contexto, el "hombre de mimbre" ya no es un ídolo, sino una figura obrera, campesina, desgastada por la precariedad y el olvido. En escena, el cuerpo del artista encarna esa memoria vegetal. El sonido del mimbre, amplificado como truenos de verano de Cuenca, genera un lenguaje vivo en riesgo de extinción. A través del gesto, la fricción y el contacto con la materia, se construye un paisaje visual y sonoro que evoca tanto el trabajo artesanal como la ceremonia ancestral.
La performance se despliega como un acto colectivo: residentes del pueblo Cañada del Hoyo son invitados a participar activamente en la creación de ritmos y sonidos junto al artista, haciendo vibrar el mimbre con sus manos, sus pasos, su escucha. Este gesto compartido no es solo una estrategia escénica, sino una forma de comunión: el arte como campo de encuentro y resistencia. El Hombre de Mimbre se inscribe en una línea de prácticas que hibridan movimientos, arte en ecología crítica aplicada y saberes tradicionales. No representa al mimbre: lo deja hablar, sonar y vibrar, como si pasara por los cuerpos con su alma antigua y persistente.